Crítica Green Border película dirigida por Agnieszka Holland con Jalal Altawil, Maja Ostaszewska
Agnieszka Holland elabora una película de alta emotividad humana, sobre los inmigrantes ilegales que llegan a Europa.
De qué va Green Border
Una familia, que huye de las torturas del ISIS, y una mujer afgana se encuentran en un vuelo con destino a Bielorrusia. Desde allí, Bashir, su esposa, su padre y los tres hijos pequeños de la pareja pretenden viajar hasta Suecia, donde les espera un pariente. Sin embargo, el hombre que tenía que transportarlos seguros a Polonia, abandona a Bashir, los suyos y a la mujer afgana en la frontera polaca, protegida por alambre de espino. Solos y sin posibilidad de pedir ayuda, los inmigrantes sin papeles caminan por un interminable bosque, obsesionados con escapar de los temibles guardias fronterizos (tanto los bielorrusos, como los polacos).
Crítica Green Border
Agnieszka Holland elabora una película de alta emotividad humana, en la que muestra con altas dosis dramáticas las vicisitudes a las que se enfrenta un grupo de inmigrantes ilegales, cuando estos quieren acceder a la supuesta seguridad que representa la Unión Europea. Con un blanco y negro voluntariamente tenebroso y árido, la cineasta polaca despliega un impactante argumento coral, compuesto por varios capítulos o segmentos; siendo el correspondiente a la familia siria y la mujer afgana el que goza de un mayor peso específico dentro del film.
Holland revela poco a poco cada uno de los personajes que deambulan por “la frontera verde” a la que alude el título, y les da una personalidad individualizada; lo que ayuda a posicionar la tesis fundamental de la cinta, sobre el salvajismo que emplean los diferentes países para disuadir a los que osan acercarse al proclamado como Estado del Bienestar en el viejo continente. Los espectadores pueden sentir cada una de las privaciones que tienen que soportar Bashir y los suyos, y eso enfatiza la sinrazón y la crueldad con la que se emplean los militares y las autoridades de Bielorrusia y Polonia.
Sin dejar nunca del todo el relato del grupo de inmigrantes, la directora polaca se acerca en el siguiente segmento a un joven militar de la frontera polaca, cuyo cometido es devolver de cualquier manera a los inmigrantes que pasan la línea de demarcación territorial desde Bielorrusia.
La violencia que desata -contra ancianos, mujeres, niños y hombres indefensos- este supuesto servidor de la ley le sirve a Holland para ensamblar el relato de una Unión Europea que expulsa en silencio y lejos de la captación mediática a miles de personas, procedentes de los países pobres y de los lugares sumidos en el fanatismo religioso. En este apartado, la creadora de Europa, Europa también aprovecha para juzgar la sombra de criminalización que muchos políticos asocian con los inmigrantes procedentes de Oriente Medio, y que prende ideas preconcebidas en la población autóctona.
Tras el retrato represor y alienado del citado militar, Green Border toma algo de aire ante la presentación de una organización de activistas, que luchan para evitar la expulsión de los inmigrantes. No obstante, la imposibilidad para llevar a cabo una efectiva defensa de los viajeros indeseados, y protegerlos con los correspondientes papeles de petición de asilo o refugio, marca el universo desilusionante que origina este desangelado relato coral.
Al final, la incorporación de una psicóloga, motivada por la solidaridad hacia los perseguidos inmigrantes, da un poco de luz a la visión pesimista que plantea Holland. Este personaje, que padece una detención y numerosos ataques a lo largo de la película, consigue dotar al largometraje de un mínimo de esperanza en un futuro cambiante.
Agnieszka Holland y la doble vara de medir en Europa
Dentro de la exposición de Green Border, Agnieszka Holland establece una terrible comparación entre la actitud de las autoridades polacas con respecto a los inmigrantes ilegales procedentes de Oriente Medio y de África, y el diferente trato hacia las personas desplazadas por la guerra de Ucrania. Mientras a unos se les golpea y se les deporta violentamente, a los otros se les sube a autocares con destino a distintos sitios de Europa, según ilustra Green Border. Semejante inserto a base de imágenes deja al descubierto el poso xenófobo de una UE incapaz de acoger a cualquier solicitante de asilo, tanto si viene de unas coordenadas geográficas, como si procede de otras.
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Holland recupera parte de las tesis esgrimidas en films como Mediterráneo, de Manuel Barrena, y Adú, de Salvador Calvo.
Jesús Martín
Crítica Green Border
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