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Crítica Heartstopper [Temporada 3] de Netflix
Nick y Charlie exploran un nuevo camino de su relación en una temporada más madura que sus predecesoras.
De qué va la tercera temporada de Heartstopper
Nick y Charlie han oficializado por fin su relación de pareja y ambos se encuentran en el mejor momento de esta. Sin embargo, el deterioro de la salud mental de Charlie y el descubrimiento de un trastorno alimenticio pondrán a prueba si solo el amor incondicional es suficiente para sanar.
Crítica de la tercera temporada de Heartstopper. Nick y Charlie crecen a la vez que la serie madura
Heartstopper se convirtió en una de las series del momento para la gente joven, especialmente la perteneciente a la comunidad LGTBQ+, que vio en sus personajes y su historia una de las mejores, más honestas representaciones y, sobre todo, más acorde a la edad de los personajes, buscando un público objetivo acorde a las edades de sus protagonistas, quienes también eran unos adolescentes al momento de ser elegidos para los papeles, algo que muchas veces no es así.
Tras tres temporadas, sus protagonistas han crecido y de igual manera lo han hecho las tramas que nos encontramos en esta nueva etapa de la serie. Basada en las novelas gráficas de Alice Osmean, quien también es la creadora de la serie, la ficción no pierde de vista su público objetivo, manteniendo siempre un tono, digamos, blanco y explorando las relaciones y los viajes de sus personajes desde el más absoluto de los respetos, teniendo esto y el consentimiento por bandera. Sin embargo, como ya pasaba en las anteriores, pero en esta ha quedado más claro, Heartstopper, a pesar de su carácter más inocente, no huye de la parte más amarga de la realidad de sus personajes.
“El amor no puede curar una enfermedad mental”
Aunque las temporadas anteriores de Heartstopper ya exploraron cosas como el bullying y sus consecuencias o la crisis de identidad y lo complicado que puede ser aceptar tu identidad sexual, así como el comienzo de un trastorno alimenticio, la tercera temporada es el culmen de las consecuencias de todo eso.
Charlie es un personaje muy roto por dentro que, a pesar de que le va mejor y tiene al novio más perfecto del mundo, siente que no lo merece. Las secuelas del bullying le provocan un trastorno alimenticio muy grave que lo lleva a deteriorar su salud mental y que, además, supone un enorme reto para Nick, quien reconoce, muy a su pesar, que él tiene un límite de hasta dónde puede ayudar.
Esta trama, y cómo la afrontan sus personajes, hace que esta nueva etapa de la serie explore terrenos mucho más serios, algo que la parte visual de la serie refleja muy bien, inspirada en el arte de las novelas gráficas. El capítulo 4 es simplemente magistral, el mejor de la serie hasta ahora, con interpretaciones de diez tanto de Joe Locke como de Kit Connor. Incorporaciones como la de Hayley Atwell y su talento son geniales, teniendo la actriz con Connor una de las escenas más importantes de la temporada.
En la oscuridad, Heartstopper no pierde su luz y optimismo
La tercera temporada de Heartstopper ha venido a decir a aquellos que se quejaban de que la serie era muy rosa de que, a pesar de toda su luz y optimismo, no le da miedo abordar la parte más amarga de la vida de un adolescente, rozando los límites de hasta dónde pueden llegar, donde te instrumentalizan únicamente por tu identidad. Y aún así, no pierde su foco de lo que realmente es, para quién es y su objetivo final.
Heartstopper es un retrato esperanzador de la juventud queer, esclarecedora para aquellos que no pertenecen a ella y un lugar seguro en el que refugiarse.
Elena Campos
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