Crítica Jurado Nº 2 película dirigida por Clint Eastwood con Nicholas Hoult, Toni Collette, J.K. Simmons
Un amargo alegato final a la dignidad y la responsabilidad individual
La despedida de Clint Eastwood es un alegato amargo a la dignidad y la responsabilidad individual
Clint Eastwood: Un adiós sin piedad
No hubiese sido difícil imaginar el adiós cinematográfico del autor de esa obra maestra imperecedera llamada Sin perdón con una soflama parecida a la del legendario William Munny: “como alguno de vosotros vuelva a maltratar a alguna otra puta, volveré y os matare a todos, hijos de perra”. Pues bien, aunque las formas sean mucho mas políticamente correctas, en Jurado Nº2 sí encontramos un aviso a las generaciones futuras que, lejos de sonar tan agresivo, es igual de importante y acongojante. Ahora, a sus 94 tiernos años, ya no hay tiempo que perder en volver a encumbrar héroes oprimidos por el sistema o en acompañar viejas glorias en busca de un viaje solo de ida; es la última oportunidad para un alegato sin púlpito y para encomendarnos a un mundo sin Clint Eastwood, es decir, un mundo claramente peor. Por suerte, el testamento que es esta película ha resultado sumamente notable.
El estilo clásico de Clint Eastwood
La historia de Justin Kemp, un hombre corriente que es nombrado jurado de un proceso de asesinato con el puede tener mucho mas que ver de lo que parece, sirve al maestro para recuperar la catadura moral de obras como Mystic River y ponernos por primera vez en el centro de la crítica social y estructural. La cinta, que se abre sabiamente con una imagen de la diosa de la justicia, y una ceguera auto-impuesta que irónicamente va a saltar por los aires a lo largo del metraje, habla directamente al espectador desde un necesario dilema moral y legislativo que todos nosotros podemos aceptar y comprender (y que conviene no desvelar), sin la simplista visión de malos y buenos. Eastwood nos apunta a todos porque somos parte del fracaso del pilar jurídico y, por ende, del sistema completo, aunque también podríamos (y deberíamos) ser parte de la solución. Sacrificio mediante, claro.
Jurado Nº2: Crítica social y moral
Esta esperanza, que no riña, nos es enviada con el clasicismo frecuente de un director que siempre ha dejado respirar las historias y sus personajes, donde la cámara se mueve invisible entre las capas de complejidad sin torpedear ni exagerar el discurso. Cierto es que las capacidades biológicas, posiblemente, hayan impedido la supervisión íntegra de la elaboración de la obra por parte del artista, lo que llega a confundir el pretendido amansamiento formal con ciertos pasajes directamente planos (ay, esas escenas matrimoniales otra vez..) o un intermitente tufillo televisivo. Pero es que la reflexión de Jurado Nº2 es tan increíblemente dolorosa, por sencilla y certera, que hasta podemos (al menos yo) pasar por alto que el Clint de 20 años atrás hubiese resuelto el momento cadáver con Sean Penn gritando al cielo y no hubiese necesitado “remakear” en cubierto 12 hombres sin piedad de Sidney Lumet para la estructura del nudo.
Nicholas Hoult brilla en Jurado Nº2
Por supuesto, no hay exposición buena sin ponente de altura. Nicholas Hoult puede ser la mejor decisión de casting del autor desde el Sully de Tom Hanks (sobretodo cuando unos brillantes claro-oscuros de persianas acentúan la dicotomía de sus ojos) y su impecable labor entre los grises vitales resultan esenciales frente a la labor dignificante de J.K. Simmons o esa puñalada al mundo político que representa la Faith (Fé) de Tony Collette, cuya evolución tapará las bocas de aquellos que se encendieron con Olivia Wilde en Richard Jewell.
Jurado Nº2: Legado ético de Eastwood
Jurado Nº2 se despliega como un melodrama judicial emocionante y éticamente complejo, pero lo mejor es que en su carácter capitular sigue siendo totalmente coherente con su responsable y se otorga la importancia manifiesta de quién acumula toda una vida haciendo un cine que tiene en cuenta a las personas por encima de todo. Eastwood nos invita a ser mejores en su ausencia sin florituras ni distopías, únicamente con la elemental conversación en un banco sobre la justicia que contiene la verdad. Para él no hay futuro sin la responsabilidad individual del pasado, y yo no puedo imaginar mas gran cine sin recordar que uno de sus grandes maestros hoy dice adiós como era justo: con una buena película.
Miguel Ángel Espelosín
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Crítica Jurado Nº 2