Crítica Mickey 17 película dirigida por Bong Joon-ho con Robert Pattinson, Naomi Ackie, Steven Yeun, Mark Ruffalo
Buena, pero con problema de ritmo, y no profundiza
La nueva película del director de Parásitos (2019) no cumple del todo con las expectativas creadas. Tiene temas interesantes -identidad, muerte, dualidad-, pero no profundiza en ellos con el estilo sutil y la elegancia que esperamos de Bong Joon-ho, y es obvia y forzada de manera un tanto torpe en su reflexión sobre valores.
Mickey 17 mejor que Mickey 18
Lo que vale para la novela no necesariamente puede aplicarse al cine. Mickey 17 empieza con buen ritmo en su presentación, pero ya en la incorporación de los precedentes o la historia de fondo que nos informa del pasado de los personajes tira de un previsible y algo plano ejercicio de flashback que contrasta con los recursos exhibidos por el director en otros trabajos. Y en su segundo acto, tras revelar el tema de los múltiplos, se estanca bastante y no llega a desarrollar con toda la plenitud de promete y requiere el personaje de Mickey 18.
Ese efecto se hace notar incluso en la interpretación de Robert Pattinson, lo mejor de la película, que hace un muy buen trabajo como Mickey 17, pero, falto de respaldo de guion, no puede hacer lo mismo con Mickey 18 y se estanca en una variante mucho más plana de ese personaje al que el guion de la película no dota con el tiempo, las escenas y los recursos necesarios para que llegue a desarrollarse plenamente en la película.
La falta de desarrollo de Mickey 18 más allá de su papel como personaje de recurso para hacer avanzar la trama, se suma al estancamiento repetitivo de todo el segundo acto de la película, afectando seriamente al ritmo, en un momento en que la película se conforma con repetir lo ya mostrado con humor negro más eficaz, al tiempo que deja que los personajes de Mark Ruffalo y Toni Collette se excedan en un supuesto ejercio de sátira demasiado exagerado, más sobreactuado el de él que el de ella.
La inmolación de Mark Ruffalo
Mark Ruffalo se entrega a la sátira desde la exacerbación de lo caricaturesco en una línea de trabajo que le salió mucho mejor en Pobres criaturas (Yorgos Lanthimos, 2023), porque estaba mejor respaldado por un arco de desarrollo de su personaje más sólido, con evolución y distintas fases. Pero aquí su personaje es una monótona línea recta que solo crece en una inmoderada gestualización de dibujo animado desatada e incontrolable.
Ruffalo se inmola junto a su personaje llegando a ser incluso molesto, es víctima del espasmo y está pidiendo a gritos alguna clase de control que no parece llegarle desde las órdenes del director. Me pregunto si el actor está queriendo compensar así la falta de recursos con que el guion condena a su personaje a deshilacharse dentro de la prisión del arquetipo previsible, y trata de combatir la atonía de su bidimensional déspota a base de la exacerbación inmolándose en el altar de la sátira del despotismo siempre descerebrado y a la larga autodestructivo.
El actor, el personaje y la reflexión que plantea merecían mucho más. Y lo mismo puede decirse, aunque no sea lo suyo tan extremo como lo de Ruffalo, de las aportaciones de Toni Colette y Steven Yeun. El segundo queda convertido casi en recortable de lo que podría haber sido y se pierde en la subtrama de la persecución del prestamista que se resuelve de manera un tanto precipitada y algo chapucera en un epílogo también muy forzado.
Y la primera, aunque le roba cada plano y escena a su compañero Ruffalo en su papel de consorte, no acaba de tener el espacio que necesita para poder desplegar en plenitud su propuesta interpretativa. En cuanto al personaje de Nasha que interpreta Naomi Ackie, tampoco pasa el corte más allá de ser un recurso tópico para la trama romántica.
Tras todo lo anterior, en un inexplicable segundo plano, quedan las muchas posibilidades no aprovechadas del kafkiano viaje que hace el protagonista y el sistema de abuso sistemático al que queda sometido, alegoría fácilmente trasladable a la sobrexplotación del trabajador en las cloacas del capitalismo más depredador y desaprensivo, lo cual que la posible reflexión de una película que sin duda podría haber sido mucho mejor espejo de temas cercanos y de la actualidad inmediata, incluyendo la propuesta sugerente de la radicalización de figuras extremas de la política inicialmente democrática que parecen empeñadas en mutar en pesadilla despótica de corte dictatorial.
Es ahí, en el juego de poder y el duelo entre el yo y ello que sostienen los dos Mickey y en la trepidación del edificio filosófico de la identidad y la dualidad donde está lo mejor de las propuestas de la película, aunque no llegue a desarrollarse plenamente.
Pienso por ello que se queda por debajo de las expectativas creadas y de los trabajos precedentes del director.
Miguel Juan Payán
Copyright 2025 AccionCine. Se permite el uso del contenido editorial del artículo siempre y cuando se haga referencia a su fuente, además de contener el siguiente enlace: www.accioncine.es
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp o Telegram para recibir las noticias en tu móvil o únete al grupo AccionCine de Telegram para conversar de cine y hacer amigos.
Crítica Mickey 17