Crítica Presence película dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Lucy Liu, Chris Sullivan, Callina Lang y Eddy Maday
Película confusa y poco sorprendente
De qué va Presence
Chloe (Callina Lang) es una adolescente hundida en una profunda depresión afectiva, motivada por la muerte de su mejor amiga; la cual falleció -en apariencia- por causa de una sobredosis de droga. A este infierno personal se suma el traslado de la joven y de su familia a una nueva casa, lo que provoca un sentimiento de insondable inquietud en Chloe. Una vez instalado en su recién estrenado hogar, el clan comienza a notar que en el inmueble suceden hechos extraños e inexplicables; una situación que les lleva a pedir ayuda a una médium.
Crítica Presence
Steven Soderbergh no es un director especialmente dotado para rodar películas de terror, y eso se muestra con claridad a lo largo del desarrollo y del tibio planteamiento de Presence. Pese a que el responsable de Traffic despliega su capacidad para elaborar atmósferas determinantes y convertir los espacios donde transcurre la trama en auténticos protagonistas de la historia, las carencias escénicas de los elementos sobrenaturales lastran los resultados de un largometraje flojo en cuanto a su intención de causar los necesarios sustos.
Soderbergh envuelve el film en un minimalismo poco convincente, ausente de misterio y hambriento de giros medianamente alarmantes. Todo esto genera una sensación de tranquilidad artificiosa, que muestra la simplicidad de la movie ante una resolución tramposa y bastante inverosímil.
El guion diseñado por el veterano David Koepp no esconde sus numerosos patinazos dramáticos, provocados en la mayoría de las ocasiones por una obsesión sujeta a no contar asuntos imprescindibles para el argumento. En este terreno de las indefiniciones, Koepp menciona temáticas que quedan diluidas en un abismo de confusión colectiva. Así se percibe la relación entre Chloe y su amiga fallecida, la frialdad de la madre respecto a Chloe, los problemas de legalidad a los que se refiere tangencialmente el patriarca del clan o la inverosimilitud de las muertes en extrañas circunstancias de dos chicas del instituto, sin que la policía interrogara siquiera al suministrador de drogas más conocido del centro de enseñanza al que estas acudían.
Soderbergh concita las mayores virtudes de Presence en su manera de mover la cámara, en una narración consistente en enlazar las secuencias con el formato de un falso documental y en eliminar los habituales efectos audiovisuales, muy solventes en otras películas con similar temática. Sin embargo, esta fórmula pierde consistencia frente a la singular presencia de un espíritu que no alarma al estilo de un supuesto poltergeist, sino que se contenta con mover objetos de vez en cuando, abrir y cerrar puertas, jugar con las luces y distorsionar la comodidad familiar con ligeras sacudidas auditivas.
Tales engranajes no son muy diferentes a los usados en cualquier producción televisiva con espectros juguetones, y exhiben la falta de pegada de una cinta que no alcanza los niveles mínimos de terror psicológico, los cuales son deseables en una película sobre casas encantadas.
Te gustará si te gustó…
Aunque a primera vista podría perecer que Presence tiene mucho en común con El último escalón o Poltergeist; el asunto se queda más bien en una versión descafeinada de la saga de Paranormal Activity.
Jesús Martín
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