Diario de Cannes: El día a día de todo lo que Acción ve en la Croissete
DÍA 3. 16 de Mayo
Furiosa: Una saga de Mad max (Furiosa: A Mad Max saga) de George Miller
El despertador suena pronto, demasiado pronto. 06:40 de la mañana y ya saliendo por la puerta para hacer cola en el Grand Theatre Lumiere ante la expectativa de uno de los pesos pesados del festival y las aglomeraciones que provocan aún con ticket. Era eso o verla desde el gallinero. Al menos en la espera conseguimos ticket para Kevin Costner el penúltimo día. Lo comido por lo servido.
Miller supera cualquier expectativa, fundada o no, de ser demasiado continuista con la película que lo catapultó a la gloria de la acción y el fantástico. La sala estalla en aplausos ante el indomable espectáculo presenciado y la nariz falsa de Chris Hemsworth. Furiosa es una obra maestra germinada a partir de otra, con el mismo material genético, pero los cromosomas se han dispuesto de forma diferente y la madre de los efectos digitales ha dado a luz a una cinta plástica, prácticamente “cartoon” y de una mitología en creciente reproducción y suma. Uno de los hits del año cuya crítica completa encontrareis en la web.
On becoming a guinea fowl de Rungano Nyoni
Con la mala leche que tiene el festival a la hora de programar los horarios me terminé perdiendo The Damned, un slow-western nevado que ha causado furor entre los que la han visto. ¿Quien sabe? A lo mejor la recupero en algún momento. Sequé mis lagrimas viendo el siguiente título de Un Certain Regard, una cinta sobre el machismo palpable en la sociedad de Zambia producida por A24. Cuando un hombre muere en la carretera de manera inexplicable su familia entrará en disputa por los secretos desvelados y como la superstición que condena a la esclavitud privada y servir a los hombres se antepone al raciocinio. En su centro estará Shula, la sobrina del difunto, estupefacta ante la indiferencia inicial por el suceso e intrigada por la ola de revelaciones, buscará montar el puzzle de sus propios recuerdos y transicionar con furia hacia una personalidad (animal) que descorra las cortinas que opacan la basura de una sociedad. Toda una metáfora aviar (todo gira en torno al comportamiento femeninos en forma de gallinas domesticadas) sobre los depredadores (sexuales) impunes y las especies que avisan de ellos (esas guineas fowl) expuesto sin misericordia y algunos pasajes oníricos algo cargantes. Sus temas daban para un reflejo algo mas feroz que incendiase completamente la pantallas, pero algo es algo.
Megalopolis de Francis Ford Coppola.
La auténtica razón por la que desplazarse al sur de Francia este año era un indispensable. La posible despedida de uno de los directores mas grandes de la Historia del cine había provocado verdaderas refriegas por la posibilidad de ser uno de los afortunados en verla. Yo fui uno de ellos en el primer pase programado y con un embargo férreo hasta el final del pase de gala. Todo lo demás es tan extremadamente doloroso para cualquiera que tenga El Padrino o Apocalypse Now entre sus películas de cabecera que os invito a revisitar la videocrítica del canal de youtube o el texto largo publicado en la web en vez de repetir los extremadamente insoportable, fea y extremadamente fallida que es a pesar de sus infructuosos intentos por parecer sumamente inteligente y esquiva.
Twilight of the warriors de Soi Cheang
Mi única sesión de esmoquin obligatorio me la reportó una oda al guantazo directa desde las profundidades de la ciudad amurallada de Kowloon, un asentamiento de clase obrera con formato colmena (googleadlo para verlo porque es un espectáculo) sin mas gobierno que el de las tríadas hasta hace relativamente poco. En este contexto de máxima opresión y entre una arquitectura que redefine lo angosto se desata la historia del inmigrante ilegal Chan Lok Aun cuando llega al enclave y encuentra refugio bajo el ala de Ciclón, el líder local. La violencia de la que escapa no tardará en darle caza y poner en peligro la improvisada familia que encuentra a la sombra del hormiguero. Por supuesto, cualquier solución pasará por una manta de puñetazos, patadas y piruetas varias con mas CGI que pura coreografía, pero donde el ojiplatismo no escasea, más aún cuando incorpora de la forma mas desvergonzada posible elementos fantásticos y aires de wuxia. Todo el enlazado dramático familiar con el que se ata el verdaderos propósito de divertimento gamberro nunca llega a emocionar, pero tampoco a molestar, cosa indispensable para que el golpe final se lo lleve cualquier intento de aburrimiento. Carnaza festivalera mas propia de la costa de Sitges que de la de Cannes, pero que bendición acabar un día con esta despeje.
DÍA 4. 17 de Mayo
Bird de Andrea Arnold
Un importante infortunio personal trastocó una mañana que se preveía sosegada ante la expectativa de ver An Unfinished film, obra procedente de Singapur donde se exponía la vivencia de la pandemia del Covid-19 en China y cuyas críticas han sido bastante afortunadas. De modo que tuve que acudir directamente al siguiente pase y ver que nos tenía preparado la directora de Fish Tank, pues la respuesta es clara: La primera postulada claramente a la palma de oro.
Lo que se nos narra en Bird es el regreso de la directora a esa sociedad outsider y bajuna del ambiente británico en el que las familias disfuncionales de todo tipo (padres adolescentes, relaciones violentas, hijos desatendidos) son el pan de cada día. Una mugre en la que, al contrario de la tendencia imperante hoy día, no carga las tintas sino que vuelve a proponer fugas vitales (como ya fuese la danza en al película de Fassbender) para esos animales heridos e indefensos que tienen la rabia por escudo. Aquí la propuesta pasa por el realismo mágico y alcanza las tripas con pura ternura y sinceridad manifiesta, mostrando el lado mas esperanzador y bello de esos diamantes en bruta que sobrevuelan el cielo como pájaros con alas rotas. Destacar el pequeño trabajo de un Barry Keoghan que saca oro del material y muestra que la felicidad y el amor puede estar hasta en los sitios mas inesperados y con las formas mas inusitadas.
Kinds of Kindness de Yorgos Lanthimos
Por si lo de Coppola no había sido capaz de armar suficiente revuelo y dividir a la croisette, poner al día siguiente el mastodonte de casi 3 horas del director de pobres criaturas se antojaba un ejercicio de recochineo y autodestrucción del propio festival digno de Nerón y su quema de Roma. Por suerte lo que el griego plantea aquí como provocación y muestra de la flexibilidad que puede asumir el cine como fábula si que está compensado con mano precisa de cirujano y no desnortada como una bacanal de after hours que se las de de profunda. Lo que vimos fue una trilogía de relatos muy bien hilvanados en torno al desprecio al ser humano, su farsa social y la tortura consciente, sobretodo femenina, de hacer de nuestras vidas una mascarada. Una fiesta a disfrutar donde Lanthimos recupera su aseptica mala leche y no se guarda absolutamente nada. Y con las risas apareciendo en el momento pretendido. Crítica completa en web y canal de youtube.
Oh Canadá de Paul Schrader
Y para terminar de rematar a la croisette no podía faltar Paul Schrader. Precedido por un compendio de declaraciones, a cual mas desafortunada, se presentaba el guionista de Taxi Driver en Cannes con su primera película tras culminar su maravillosa trilogía bressoniana y, para absoluta sorpresa de una sala que volvió a quedar extasiada por tercera vez en dos días, lo que entregó fue un inesperado y delicado testamento cinematográfico a partir de un artista al borde la muerte que rememora sus vidas pasadas para intentar hacer las paces consigo mismo y mostrarse ante su mujer y el mundo como era el hombre que van a a dejar atrás. Para ello recurre a una narrativa dispersa, adecuada con un permanente cambio de formato, en la que un enorme Richard Gere navega como el moribundo que intenta agarrarse unos recuerdos que se le escapan. Cierto es que el enlazado final no termina de cuajar del todo y la apuesta hacia el embarrado de la memoria conjura la irregularidad, pero Schrader sigue siendo uno de los directores mas delicados del panorama cinematográfico sin perder un aroma inconfundible al whisky envejecido. Mas sobre su notabilísima oda a la muerte en la critica web y la videocrítica del canal.
The Surfer de Lorcan Finnegan
Si en la jornada previa había funcionado despejar la mente con una propuesta despejada de profundidad para evitar un goteo insano por la nariz, pensé que replicar formula con Nicolas Cage y su gamberrismo colocados en una playa australiana y enfrentado a una panda de surferos haría un efecto farmacológico similar. Craso error
Lo que el director de Vivarium plantea con su nueva película es replicar los códigos del bucle y la retención del individuo en un momento y lugar hasta llevarlo a la desesperación. Lo mismo que pasa con el espectador. Quién espere que Cage lidere otro carrusel de matanzas o se deslice por un violentísimo tobogán lisérgico como en Mandy se va a quedar muy lejos de la realidad. Lo que vendía ser un descacharrarte enfrentamiento directo entre elementos paródicos, al final resulta en un aburridísimo sufrimiento alrededor del parking desde donde se divisan las olas, en el que el personaje de Cage no es capaz de avanzar ni retroceder de forma semejante a una trama que se agota la instante. Unicamente el repertorio de gestos y entrega de un actor que siempre da todo lo que tiene mantienen la aparición de alguna que otra sonrisa. Cuando a falta de 15 minutos de terminar aparece la verdadera película, ya no hay ni tiempo para resucitar un producto llevado por la marea del tedio y la incomprensión de no entender que su único objetivo era la verbena y que hasta en eso fracasa.
Miguel Ángel Espelosín
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Crítica Oh Canada
