Ese condicionante que tanto tarda en llegar, es referente, como decía, a ese final de temporada donde todo parecido con la historia de los cómics sale volando por la ventana para abrir un nuevo camino. Eric Kripke, showrunner de la serie, lo sabe, y por eso ha convertido la historia en algo nuevo y distinto, algo que mantenga algunos pequeños detalles de la serie de cómics, pero que sorprenda a propios y extraños. Por eso condiciona, porque a partir de aquí no tenemos con qué comparar The Boys, ni para bien ni para mal. Si el ritmo se mantiene en los episodios restantes, todo perfecto. Más que perfecto. Si la calidad cae… no podrán decir que los cómics tienen la culpa o que no pudieron mejorar el material original. Están volando en solitario.
Pero qué manera de volar. Desde los primeros compases The Boys mantiene al espectador al borde de su asiento manteniendo el ritmo que nos lleva a través de una compleja trama de suspense y misterios que poco a poco van revelándose y que tienen que ver con la presencia de nuevos personajes, de los que nada podemos contar (evitar los SPOILERS de la temporada dos es casi más difícil que evitar los SPOILERS de Tenet, de verdad), pero también de algún personaje que aparecía al final de la temporada anterior, como es el de Shantel VanSanten y lo que supone para El Patriota. O la incorporación simplemente maravillosa de Aya Cash como Stormfront, la última incorporación de cierto supergrupo…
La serie además aprovecha para hacer crecer a ciertos personajes, como por ejemplo Starlight y Hughie, ambos mucho más complejos que en la temporada anterior, aunque eso limita que brillen otros como Franchute o Leche Materna. De hecho, la serie sabe cómo hacer que Butcher sea… muy esperado por todos nosotros. Eso coloca en gran medida a El Patriota al frente de lo que ocurre al inicio de la temporada y, bueno, con Anthiny Starr en el papel, el resultado es simplemente espectacular. Como lo es lo que aporta Chace Crawford este año (cierta charla… la ballena… sus nuevos amigos…) o la Reina Maeve. Hasta Kimiko tiene mucho que aportar con un cambio más que interesante y con otra incorporación que merece mucho la pena.
El resultado es, hasta el momento, emocionante, gamberro, salvaje, inteligente y brillante, con algunos de los mejores momentos de una serie que sigue creciendo y además lo hace, creo, en la dirección adecuada, sorprendiendo alejándose por momentos de la historia de los cómics para ofrecer algo distinto y muy personal. La serie se convierte en un proyecto realmente único, perfecto receptor del espíritu de los tebeos, pero al mismo tiempo con sorpresas continuas para todo el mundo. Solo nos queda aplaudir y desear que no se desinfle en los siguientes episodios que estamos deseando ver…
Jesús Usero
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