Y, hablando de actores, sorprende positivamente cómo Laura Lynney, una actriz de lujo, se ajusta con tanto sentido del humor y tanta solvencia a servir el personaje secundario de rigor y se lo pasa tan bien como las propias Tortugas haciendo sus acrobacias. Incluso Megan Fox, que como bien saben quienes me leen, no es precisamente santo de mi devoción, por mucho que reconozca sus indudables atractivos fÃsicos âla escena de la convención con el traje de colegiala es ciertamente buena prueba de los mismos-, me ha convencido más que en la primera entrega, sobre todo porque, como dice mi compañero Usero, con el que en esto coincido, aquà le ha pillado el punto de disparate al personaje de April. Hasta Stephen Amell, otro con el que no suelo estar convencido, sale bien parado del invento, aunque en su caso viene a demostrar, una vez más, que cualquier elemento de la serie Arrow funciona mejor fuera de la serie Arrow. Es que no falla, oigan. IncreÃble.
El mejor ritmo de narración hace que este dibujo animado en imagen real me parezca un competente entretenimiento. Ya digo, mejor que la primera. Ahora bien, si nos ponemos serios, el asunto no tiene ni pies ni cabeza. Quizá tampoco lo necesita. El guión tiene una sucesión de momentos sonrrojantes a la hora de resolver el ir y venir de los personajes, como el de la entrada de Will Arnett en el laboratorio ultrasecreto para localizar las cámaras, o los devaneos del personaje de Amell, o ese desenlace que con absoluto descaro acaba convertido en una especie de versión resumida y sencillita del esquema de invasión alienÃgena de la primera pelÃcula de Vengadores, o la exagerada interpretación de muñeco de dibujos animados de Tyler Perry, que reescribe por su cuenta y riesgo el término âsobreactuaciónâ llevándolo a una nueva dimensión.
Lo más positivo es que han aligerado todo intento de tomarse en serio y han pasado página conformándose con fabricar un competente dibujo animado en imagen real, y asà han salido ganando en coherencia y seguro que además harán taquilla y venderán juguetes.
Miguel Juan Payán
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