En esta ocasión, Godzilla vuelve a sus orígenes, se reencuentra con la amenaza que fue, por supuesto superando a las dos versiones del personaje producidas en Estados Unidos, el Godzilla noventero de Roland Emmerich y el Godzilla más reciente dirigido por Gareth Edwards, para acercarse a esa joya del cine “con” (no “de”) monstruo que es la coreana The Host.
La titánica bestia, el leviatán destructor, adquiere nuevamente sus originales características de excusa, gatillo o detonante para una reflexión más política y social de la que suelen proponernos este tipo de largometrajes. Y lo mejor es que no por eso renuncia a su vitalidad como herramienta de destrucción a gran escala y divertida propuesta de cine de catástrofe y aventura de supervivencia llevada hasta sus límites. Además supera incluso a su antecesora nipona, Godzilla 2000, que siempre me pareció mejor que las versiones norteamericanas más recientes.
En su origen, la película dirigida por Inoshiro Honda en 1954, Godzilla era una encarnación de los Gaki, espíritus malignos que entran en el mundo humano, pero al mismo tiempo ejercía como motor y reto para la renovación de la voluntad y el cambio de los japoneses habitantes de las ciudades devastadas por las bombas nucleares y de progreso de una sociedad que asume la catástrofe como parte de su ciclo de existencia casi cotidiano. La catástrofe de la central de Fukushima proyecta así su sombra sobre esta versión actualizada del monstruo icónico, esquivando la progresiva infantilización sufrida por el personaje en versiones anteriores. La acción y el espectáculo siguen ahí, pero no son ya el único atractivo de la propuesta, que es la más madura relacionada con Godzilla que nos ha dado el cine desde que esta especie de variante de King Kong comenzara a dejar su huella en la pantalla grande. Me atrevería a decir que es la mejor película de toda la larga y variopinta saga de Godzilla tal y como la hemos conocido hasta ahora, una entrega de la misma que puede incluso captar nuevos aficionados al personaje y abrir nuevas puertas a las aventuras del mismo en Japón. Sospecho que la huella de este Shin Godzilla llegará a extenderse incluso a la nueva franquicia que sobre este personaje se está edificando ahora mismo en Estados Unidos.
Miguel Juan Payán
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