El trabajo de Besson con la ciencia ficción se inició al principio de su carrera con Kamikaze 1999: el último combate, una película que ya rendía homenaje a esa manera de entender las historias del género de ciencia ficción expresada en las viñetas y las historietas que podíamos leer en los años setenta y ochenta en revistas como Métal Hurlant, 1984, Totem, Cimoc, Comix Internacional y otras. Así que podríamos decir que desde sus comienzos el director ha tenido un vínculo muy especial en su filmografía con esas muestras de lo que podríamos llamar nueva ola del cómic de los años sesenta y setenta, auténtica era dorada del asunto. Pero en su adaptación de Valerian, forjada sobre todo lo que probó y en lo que erró en El quinto elemento, Besson consigue hacer aquí brillantemente todo lo que intentó en aquel otro largometraje protagonizado por Bruce Willis. Saca partido además a una inspiración de otros medios, videojuego, series de televisión, sagas cinematográficas, tanto en lo visual como en lo argumental, dando lugar a algunos momentos que ponen Valerian en la misma liga a la hora de crear un universo de ficción donde juegan Star Wars, Avatar o Star Trek.
Además, Besson tiene una de sus mejores sorpresas en la chistera con el trabajo que hace en la película Cara Delevingne, que su papel como Laureline reinventa el camino del héroe en clave femenina y se convierte en la reina de la función con un poderío notable sobre su compañero masculino, Dane DeHaan. Tras ello está el propio director, cuya filmografía ya proporcionó fenómenos similares con Natalie Portman en León, Milla Jovovich en El quinto elemento y Anne Parillaud en Nikita.
Eso pone en posición más vulnerable a Dane DeHaan, que además juega a contracorriente, porque el personaje de los cómics es más un tipo Teniente Blueberry de Charlier y Jean Giraud, de manera que su materialización ante las cámaras sería más próxima a Jean-Paul Belmondo o Vincent Cassel.
Miguel Juan Payán
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