Aunque el personaje de Winnick esté tan desaprovechado que da pena, y aunque después de ese prometedor arranque el resto de escenas de la película vayan de una sucesión de agujeros de guión a la siguiente, donde los personajes dan tumbos sin que nadie se pregunte si lo que están haciendo tiene mucho sentido. Perdiendo de paso cosas tan interesantes como la inquietante habilidad del villano o el pasado del personaje del Pistolero. Desdibujados y sacados adelante por el talento de Matthew McConaughey e Idris Elba, quienes son capaces de hacer que nos interesen sus personajes cuando apenas están desarrollados, sobre todo el caso del primero, cuyo villano es tan arquetípico y está tan poco desarrollado que sería una broma, de no ser por el actor.
Ellos dos se echan a hombros la película manteniendo el interés por los tramos más tediosos, donde se nota la falta de presupuesto para desarrollar realmente el mundo alternativo tal y como parecen querer hacer. Y también a través de unas escenas de acción que en su tramo final están rodadas con una ausencia de pulso que las convierte en televisivas en su peor versión. De hecho, cualquier episodio de Westworld tiene tiroteos mejor rodados que La Torre Oscura. Pero ese viaje continuo y esas escenas de acción (escasas, todo sea dicho) nos permiten aguantar la película, pero pensar que se trata de una oportunidad perdida, a ratos simpática, a ratos tediosa, siembre endeble. Los actores y la propia historia se merecían algo mejor. Veremos qué hacen con la serie de televisión que tenían planeada.
Jesús Usero
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